jueves, 31 de mayo de 2007

FILOSOFÍA DE LA TÉCNOLOGÍA DE LA HUMANIDADES

El segundo hermano gemelo en nacer es la filosofía de la tecnología de las humanidades, o el intento de la religión, la poesía y el arte en busca de una perspectiva no tecnológica o transtecnológica para dar origen a una interpretación del significado de la tecnología. Podría decirse que fueron las humanidades las que concibieron la tecnología y no la tecnología la concibió a las humanidades.


La defensa de las humanidades frente a lo tecnológico, dio inicio al movimiento romántico, por ejemplo Jacques Rousseau nos dice que las ciencias y las artes son producto de nuestros vicios, argumenta que el vicio privado (propio interés ilustrado) lleva realmente a la virtud publica (riqueza y poder). Y mientras los políticos hablan de comercio y dinero, los románticos hablan de moral y virtud aludiendo a las humanidades.
[1]

Esta tradición concentra su análisis en cuatro contemporáneos de la tradición romántica, que formulan argumentos más sólidos a favor de la tecnología de las humanidades.

El primero es Lewis Mumford (1895), su tradición surge de lo terrenal, ya que existe una preocupación por la ecología del medio ambiente, la armonía de la vida humana, la preservación de la tierra virgen y una sensibilidad hacia las realidades orgánicas. Es Romántica al insistir en que la naturaleza material no es la explicación final de la actividad orgánica, al menos en su forma humana. Las bases de la acción humana son la mente y la aspiración humana por una autorrealización creativa.

En 1930 Mumford publicó un breve artículo donde sostenía que la máquina debía ser considerada “tanto por los orígenes psicológicos como los prácticos y tan valorada en términos éticos y estéticos como en los técnicos”. Mumford no está de acuerdo con Ernest Kapp cuando dice que la máquina es una proyección de organos humanos, para él sólo es una limitación.

Más tarde Mumford reformula su crítica en donde sostiene que aunque el ser humano esté lógicamente concentrado en actividades terrenales, no debe ser entendido propiamente como homo faber, sino como homo sapiens. No es el hacer sino el pensar, no es el instrumento sino la mente, lo que constituye la base de la humanidad. Ya que la esencia humana no es el hacer, sino el inventar e interpretar.


Él dice que la tecnología ha sido reducida simplemente a la fabricación y uso de instrumentos, sin tomar en cuenta el agente humano y es que el hombre es preeminentemente un animal pensante, autodeterminado y autodiseñado. Y sobre la base de esta antropología hace una distinción entre dos tipos básicos de tecnologías: la politécnica y la fonotécnica, la primera está orientada hacia la vida y la segunda hacia el poder.

Es por ende que habla de la megamáquina, la cual trae consigo, a menudo beneficios materiales extraordinarios, pero a expensas de sus limitaciones de las actividades y las aspiraciones humanas, es deshumanizante. Por ello, contrasta el arte como comunicación simbólica de la vida interna de la mente con la técnica como poder de manipulación de los objetos externos.

Mumford no aboga por el rechazo simplista de toda la tecnología, por el contrario, busca hacer una distinción racional entre dos tipos de tecnologías, uno de los cuales está de acuerdo con la naturaleza humana mientras que el otro no. Concluye diciendo que la tecnología ha de ser promovida cuando contribuye a engrandecer el aspecto personal de la existencia, pero no cuando restringe la vida humana por estar centrada en el poder.

El segundo contemporáneo es José Ortega y Gasset (1933), filósofo, que al mismo tiempo que Mumford en 1939 plantea el problema de la tecnología, en el contexto también de la naturaleza humana.
Ortega propone una nueva visión de lo que significa ser humano, con la fórmula “yo soy y mis circunstancias”, su meditación no va a ser racionalista, sino existencial, utilizando la palabra recio-vitalismo para describir su filosofía. El hace una reflexión sobre la vida real.

Ortega dice que la tecnología está ligada a lo humano. En donde el significado de la expresión yo y mis circunstancias no debe de ser identificado consigo mismo (idealismo) o con sus circunstancias (empirismo) sino con ambos y su interacción, ya que el hombre posee una imaginación creativa, en donde el hombre inventa sus proyectos, ya que cada persona inventa lo que quiere ser, lo que quiere hacer de si mismo.

Por consiguiente Ortega rescata al ser humano y dice que puede ser homo- faber, pero cuando se rescata lo humano y la creatividad espiritual del hombre, el es capaz de inventar su vida humana, haciendo una invención interior y a su vez ésta le proporcionara las bases para su invención exterior y a si el hombre trata de interpretar su naturaleza. En síntesis Ortega dice que el hombre ha depositado tanta fe en su nueva tecnología que se le ha olvidado que ser técnico y sólo técnico es poder serlo todo y consecuentemente no ser nada determinado.


Heidegger es un filósofo en la tradición socrática de formular preguntas más que de dar respuestas y la pregunta que más preocupa a éste es la del Ser.

Heidegger niega que el hombre está agotado por lo tecnológico o que la esencia de la tecnología pueda ser comprendida por medio de lo tecnológico; rechaza la definición de técnica como ciencia aplicada y ve a la ciencia moderna como esencialmente tecnológica; considera que la tecnología es una forma de verdad, y consecuentemente un medio para la revelación del ser, aunque oculta su propia esencia; y presenta al hombre como un medio para acceder al misterioso fondo del todo, es decir, como una abertura o un claro del Ser.

Ellul desarrolló un análisis sistemático de “la Technique” como el fenómeno social más importante del mundo moderno. Su intención era ofrecer al siglo XX el mismo tipo de orientación hacia lo esencial que El capital (1867) de Marx había proporcionado a su época.

Para Ellul el cuestionamiento profundo de este nuevo modo de ser en el mundo es reconocerlo como la apuesta del siglo. Lo que está ocurriendo con la tecnología no es una incompetente conquista de la naturaleza, sino el reemplazo del ambiente natural por el ambiente técnico. Y para transformar esta apuesta sitúa a la técnica en contraste dialéctico con la creencia bíblica ya que mientras la tecnología es un intento de los seres humanos para construir su hogar en el mundo, la Biblia niega que los seres humanos puedan construir alguna vez su hogar en el mundo, proponiendo así una guía concreta.


[1] Para los primeros románticos la imaginación del hombre tiene un papel fundamental para acceder a las verdades más profundas sobre la realidad que las del intelecto racional.

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